viernes, 6 de febrero de 2015

No Hay Más Grande Amor...



…y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.  Y esa esperanza no acabará en desilusión.  Pues sabemos con cuanta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.                                                                                             
                                                                                                                                          Romanos 5:4-5

Disfrutar del amor de nuestra familia es tan revitalizador.  Amar y ser amados por nuestros amigos es  siempre una experiencia de vida tan satisfactoria. Disfrutar de la hermandad en la comunidad de fe es alentador. Y…… ¡estar enamorados es tan maravilloso! El amor es capaz de producir estos sentimientos tan particulares y  volcar nuestra vida en solo minutos.  Las experiencias de amor se imprimen en nuestra vida como una marca realizada por el cincel del artista.  Estas marcas pueden ser una obra de arte o una especie de cicatriz.  Así que también  es cierto que muchas  personas andan desilusionadas a causa de un amor.  Viven desilusionados. 

Pero el amor de Dios y la ternura con la cual él nos ama han sido derramados en nuestros corazones, en nuestra alma y en nuestro espíritu.  Esto es así para hacernos capaces de recibir y de dar amor.  Por eso es que podemos aceptar su amor.  Es propio aquí recordar que nosotros no podíamos salvarnos por nuestra propia cuenta.  No éramos capaces de salvarnos a nosotros mismos y entonces Dios nos entregó a su hijo para que tomara nuestro lugar en el decreto de muerte.  Eso sucedió solo por amor.  Y al poder recibir su amor, entonces estamos seguros de nuestra salvación.  La esperanza de nuestra salvación se fortalece a causa de su amor.  Y eso nunca nos desilusionará, jamás.  Algunos amores podrán dejar cicatrices y desilusión.  Pero el amor de Dios jamás resultará en un fracaso para nosotros.  ¡Qué grande, maravilloso e inexplicable es su amor! 

          Pásalo… 
Miriam E. Figueroa, Pastora

No hay comentarios.:

Publicar un comentario